Es tarde, y después de intentar en vano concentrarme en el trabajo de proyectual, decidí irme a dormir (así mañana tengo pilas para hacerlo bien). Como al pasar, mi mente me recordó el fin de semana que acaba de finalizar; y sentí ganas de llorar. Y ésta vez, no fue por todo lo que tengo que hacer, por las entregas, o esos rayes de negativismo que suelo tener. No; ésta vez, fue por simple felicidad.
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